Continúo con la narración que dejé el anterior día. Tras dejar el trabajo, voy hasta el coche y conduzco hasta el Instituto de mi hija para recogerla. Cuando llego a casa son algo más de las tres de la tarde, hago un almuerzo frugal, con la idea de que los medicamentos hagan un efecto inmediato y positivo. En el pasado comía en mayor cantidad y las tardes las pasaba en estado de off, así que un día pedí cita con el neurólogo, doctor Gutiérrez, y me indicó que realizara las comidas, cercanas a la horas de medicarme, más sobrias.
A eso de las cuatro o cuatro y media, tras haber descansado un poco, intentando no dormirme pues me desactivo con la siesta, me acerco al establo que lo tengo al fondo del chalet, he de aclarar que vivo en el campo, y cepillo a mi caballo. Ha llegado el mejor momento del día, es la hora de montar. Así, que tras ensillarlo tomo una de las diferentes veredas cercanas a mi casa y cabalgo todo el tiempo que puedo. No hay nada en el mundo que me relaje y haga sentirme mejor que un paseo a caballo, mientras lo realizo: adiós a los problemas, adiós a mi compañero Parkinson….
Describir todo lo que siento en esos instantes es muy complicado, son tantas las sensaciones que se producen en mi interior, que me resulta casi imposible relatarlas. Por un lado me siento libre, lo que me hace soñar y serenar las inquietudes del día. Es algo similar a una terapia, cuando subo en el caballo todo mi ser comienza a apaciguarse paulatinamente, alcanzando unos grados de felicidad extremos.
Cabalgo algo más de una hora, pero no siempre, hay días que por circunstancias que aún no llego a comprender, caigo en estado de off durante algo más de una hora. Al principio de ocurrirme esta anomalía me deprimía bastante, pensaba: para un rato que tengo para montar, me desactivo. Además, cuando me ocurre a esas horas es durísimo, apenas puedo moverme y parezco caminando una muñeca de Famosa.
No mentiré, esos ciclos me irritan y entristecen, pero cada día los voy venciendo estratégicamente. En vez de encresparme me tranquilizo, pensando que pronto pasará el off. Y si no pasa con la rapidez deseada, tampoco ocurre nada, es nuestro Compañero Parkinson que nos recuerda que está ahí.
Para mi no es mi compañero,es mi rival y lucho día a día para ganarle terreno.¿Hasta cuando?
ResponderEliminarNo se ,pero por lo pronto voy ganando yo.